sábado, 25 de septiembre de 2010

Ermitaño



La extensión de mi soberbia alcanza lo más profundo rincones de la conciencia, socavando hasta en lo más profundo de mi alma. Siendo en si objeto gravitado por mi vanagloria, todo me sabe amargo, carente de un sentido de interés… Pasando horas con mi soledad veo pasar el tiempo y cada día no entiendo y pierdo el sentido que tiene la palabra ser humano.


Orbitando en mi propio universo, este universo es solo como observar….peste… trozos de carnes pudriéndose todo el tiempo en vida, me da mucho asco mi propia naturaleza, pero por mi codicia he sido castigado con la existencia en un cuerpo que me repugna muchas veces.


Atado a esto llamado vida humana, sin serlo; tengo que tratar con criaturas interesantemente monótonas y predecible, dominando por el poder de algo tan falso llamado dinero, que hasta las palabra Dios, se vuelve incoherentemente angustiante, de la misma manera en que un hombre quemándose, ve una foto de una piscina estando el solo en el Sahara.


Soledad o humanidad, no sé porque optar por la segunda, porque la primera es más…tranquila, siendo una forma de vida algo egocéntrica, se disfruta mejor lo que realmente importa…La Existencia

viernes, 24 de septiembre de 2010

Mi Cruz


He decidido auto-torturarme, sentir placer de mi dolor, dolor tal pude evitar, dolor tal que me hace feliz.

Llevo esta cruz encima, muy grande y pesada; y es de mí pesar cargar con este amor, el cual me entrelaza con un sufrimiento etéreo, el cual yo elegí, el cual yo prevenía. Siendo esclavo de esta cruz he visto persona que me ayudan apoyándome, pero nunca me la despego de encima, sus estillas me pulsan la espalda, desgastado cada rasgo físico en mí, convirtiéndome en una persona que no quiero ser, una destino que trae felicidad y dolor a las vez, amor y soledad; dolor y martirio.

Noches entera de soledad, noches entera de amor, son palabra que recorren cada centímetro de madera que cargo a mi lomo. Siento muy fuerte el dolor, casi no respiro, quisiera ser libre pero las cadenas que me atan a esta, socaban por debajo de mi piel y atraviesan mi corazón.

Oh Dios cuanto anhelo mi libertad, cuando anhelo volver a volar, ver nuevos horizontes, sentirme libre; tal libertad la cual veo pero no la puedo oler ni sentir en mi piel. Cruz que pesa cruz que me aguarda adherido a mi espalda, como un fiel mensaje del destino cruel que me ha tocado vivir.

Esta cruz pesa demasiado, pienso que me aplastara, y solo me reconforto que el placer que siento al torturarme a mi mismo.